miércoles, 7 de agosto de 2013

Hay días en que no necesito más. Días en que el reloj no se paró a las diez y veinticinco sino en una sonrisa, días en que no sé discernir si la sonrisa es amable o malévola, días en que no sé qué me quiere decir.
Hay días en los que no reparo en la falta de amor ni en las sobras de afecto falso, días en que el pasado no es más que un saco de recuerdos que lanzar al vacío, días en que el sol aprieta pero no da para olvidar. Hay días que leo las líneas de tus manos en los surcos blancos del cielo, días en los que me acuerdo de ti cuando toco el suelo, días en que echo en falta el punto que no pusimos, días en que te canto todas las canciones que me quedan por escribir.
Pero luego hay días en que el reloj sí que se para a las diez y veinticinco y no hay sonrisas. Hay días que ni contigo ni sin ti.

lunes, 29 de julio de 2013

Tengo calor y tengo frío,
ganas de odiarte
pero sin mandarte al olvido.
Tengo sueños con los ojos abiertos
de verte en cualquier esquina
y aguantar las ganas
de dar media vuelta
y no contar nunca más
las historias de nuestras mentiras.

martes, 26 de febrero de 2013

Lo mío no es una infancia mal curada,
es una vida desaguada, lijada
en esquinas de barras de bar manchadas.

Lo tuyo es una infancia atascada,
una vida común de la que no te desligabas,
una ojeada en una mirilla descarnada.

Lo nuestro, al fin y al cabo, sigue sin ser nada.

jueves, 7 de febrero de 2013

Yo y mi manía de tocarte en canciones.
Yo y mi manía de tirarme al suelo cuando no hay que rodar.
Yo y mi manía de no saber remar a cielo abierto.
Yo y mi manía de naufragar cuando toco tierra.
Yo y mi maniática distancia del puercoespín.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Fuiste el Mediterráneo
bañando mi pies descalzos
con el vaivén retardado del agua.

Fuiste el vino tinto
que cayó rojo al suelo
al tirar del mantel.

Fuiste el cielo gris
que la tormenta de verano
trajo sin pedir permiso.

Fuiste la toalla tirada
en el suelo del hotel
que nunca recogimos.

Fuiste un año más viejo
cuando nos dimos por vencidos,
cuando el aire se nos acabó
y no hubo un último suspiro.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Ninguno de los dos recordaba muy bien cuánto tiempo había pasado desde la última vez que se vieron. No fue un final amargo, pero tampoco dejó ese sabor dulzón que dejan los puntos suspensivos. Quizás nunca fue un final. Pero tampoco un punto y a parte. Ni siquiera unos puntos suspensivos. Simplemente fue y ninguno de los dos volvió a poner un signo de interrogación a lo que pudo haber sido si se hubiesen planteado hablar en futuro.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Me juraste una vida vengada,
una copa de madrugada,
unas vacaciones con flores regadas,
unos ojos con lágrimas curadas y
una boca con sonrisas que no estuvieran ajadas.

Me diste una vida con marcas,
una copa medio vacía rachada,
unas vacaciones con hojas marchitadas,
unos ojos cubiertos de mala gana y
una boca rebosando de nada.