miércoles, 29 de septiembre de 2010

Reset

Hace cinco días que me he instalado en Madrid.
Hasta ahora mi vida se había limitado a viajar en compañía paterna, en compañía de amigos... En definitiva, a viajar en compañía. Mi vida transcurría sobre tierra. Podía cruzar mi ciudad andando y no tardar más de una hora. Sabía dónde tenía que ir en caso de alguna necesidad: dónde encontrar un hospital, una farmacia, una tienda de ropa, una librería, un supermercado... Cuando me apetecía un café bastaba con decirlo para estar en nuestra cafetería con un café con leche nunca del tiempo delante y hablar durante horas. O una guitarra y una cámara de fotos para pasar la tarde en un parque sin tan siquiera hablar.
Ahora viajo relativamente sola. Una hora de metro diaria. Mi vida transcurre bajo tierra, con las ratas (parafraseando al profesor de sociología), camino de la facultad. Las prisas de la hora punta están a la orden del día. La tarde entera sentada en un aula a través de cuyas ventanas sólo se ven edificios. La cafetería está lejos. La guitarra y la cámara las quedé en aquella ciudad pequeña que recorría diariamente a pie, sin prisas.
Volviendo a parafrasear al profesor de sociología, las vidas de todos cuantos hemos llegado a Madrid están en peligro de reseteo. Esta es la oportunidad que nos brinda la vida para rectificar. Aquí nadie sabe quiénes somos. Nadie sabe quiénes éramos. Es la hora del cambio.
Pero, ¿en qué medida podemos llevar a cabo ese reseteo? El tiempo, como siempre, pondrá todo en su lugar. O no...