domingo, 8 de julio de 2012

El tiempo, imparable como siempre, que plateará nuestras sienes,
se empeña en pasar por la ciudad dejando la estela de muertos en las cunetas.
Cada vez más tú y cada vez más yo sin rastro de nosotros.
El tiempo, imparable como siempre, que revestirá recuerdos de nostalgias,
se empeña en devolvernos a la ciudad que nos vio nacer, que
cada vez más lejos se afana en sernos infiel y quedarse en el olvido.
El tiempo, imparable como siempre, se da cuenta de que ya nada es lo que era,
se empeña en dejarnos una maleta a la puerta de casa y que no volvamos a mirar atrás,
cada vez más contigo y cada vez más sin ti , cada uno en su camino
irá llenando de soles sus venas y en medio de la ciudad nadie
volverá a preguntar por la historia de un quizás...


NOTA: para esta entrada me he tomado la libertad, quizás demasiada, de incluir algunas de las genialidades que tres poetas de nuestro tiempo se tomaron la molestia de regalarnos: Joaquin Sabina (Amor se llama el juego), Ismael Serrano (Dónde estarás y Ya nada es lo que era) y Carlos Chaouen (Semilla en la tierra).