El tiempo, imparable como siempre, que plateará nuestras sienes,
se empeña en pasar por la ciudad dejando la estela de muertos en las cunetas.
Cada vez más tú y cada vez más yo sin rastro de nosotros.
El tiempo, imparable como siempre, que revestirá recuerdos de nostalgias,
se empeña en devolvernos a la ciudad que nos vio nacer, que
cada vez más lejos se afana en sernos infiel y quedarse en el olvido.
El tiempo, imparable como siempre, se da cuenta de que ya nada es lo que era,
se empeña en dejarnos una maleta a la puerta de casa y que no volvamos a mirar atrás,
cada vez más contigo y cada vez más sin ti , cada uno en su camino
irá llenando de soles sus venas y en medio de la ciudad nadie
volverá a preguntar por la historia de un quizás...
NOTA: para esta entrada me he tomado la libertad, quizás demasiada, de incluir algunas de las genialidades que tres poetas de nuestro tiempo se tomaron la molestia de regalarnos: Joaquin Sabina (Amor se llama el juego), Ismael Serrano (Dónde estarás y Ya nada es lo que era) y Carlos Chaouen (Semilla en la tierra).