jueves, 13 de mayo de 2010

Cuento de un fracaso

¿Soñar? Soñar que vuelo, como Ícaro, con unas alas de cera hacia el Sol y, aunque sé que se derretirán, avanzo en el ascenso hasta la meta inalcanzable, que aunque inalcanzable es mía. En ese vuelo no tengo más ayuda que la que yo misma me pueda proporcionar batiendo esas enormes alas adosadas a mis brazos, intentando ser algo que no soy para ver el sueño más de cerca.Pero los rayos del astro padre caen sobre mi con más dureza que unos metros más abajo. Noto como el sólido se vuelve líquido y la cera se derrama en el suelo, yaa lejos, como el lacre cae en el sobre, teniendo la inminente certeza del cierre. El descenso comienza de manera tan brusca mientras yo, Ícaro en busca del sueño, soy cegada por ese Sol tan cercano ya. Cuando me doy cuenta, el suelo ya se cierne bajo mis pies, el Sol quedó lejos de nuevo y la caída al fin llegó, encima de los restos de cera que se fueron cayendo de mis brazos mientras contemplaba absorta la cercanía del triunfo.En la caída se despedazó todo: los huesos y las ganas de volver. Venderé los sueños por falta de motivos para reconstruirlos. Ya sé que cuanto más cerca está la meta más alta es la probabilidad de caída, más grande será el descenso y las heridas producidas por el choque.¿Para qué seguir? ¿Para qué soñar? Todos sabemos que Ícaro nunca llegó al Sol con sus alas de cera.