miércoles, 24 de marzo de 2010

No existe el día perfecto

Después de lo que pasó hace unos meses y haciendo caso de los consejos que me dieron algunas personas mayores que yo (y, por consecuencia, aunque no sé hasta que punto, más sabias) decidí cambiar mi filosofía de vida. Según ellos, lo que yo me había procurado durante 17 años - que aunque no son muchos son todos los que puedo contar - estaba errado. Yo tenía la ligera sensación de ello, pero de toda la vida he tenido, también, la tendencia a negarlo. Al fin y al cabo a nadie le gusta equivocarse.
De esta manera, como digo, cambié mi forma de ver las cosas, al menos aparentemente. Pero echo algo de menos. La intensidad con la que antes vivía las cosas, por pocas que fuesen, se ha desvanecido. Llevaba unos dos o tres meses sin plantarme delante de un papel en blanco y llevar a él algo que saliese de mi propia imaginación. Desde hace dos o tres meses un papel en blanco sólo supone para mi un espacio a rellenar con unos conocimientos previamente adquiridos que borraré después en un tiempo record.
Las sensaciones que me aportaba el leer un libro antes del cambio no son las mismas ahora. Ahora lo cierro y siento que no ha pasado nada, que nada ha alterado mi subconsciente como lo hacia antes, hacíendome pensar sobre lo leído o intentando construir un final alternativo... Siento que mi empatía hacia las letras ha disminuído notablemente. A las pruebas me remito.
Pero hoy me he levantado y he tenido la sensación de que el cambio había sido para bien. Me he sentido segura de mi misma haciendo balance de lo acaecido en estos dos o tres meses. El fracaso sigue ahí, pero es menos estrepitoso (o tal vez me escandalice menos el hecho de una caída pequeña tras una grande). Hoy estaba resuelta a cambiarlo todo. Estaba dispuesta a saltarme las reglas. Si entro en el club, es con todas las consecuencias.
No me di cuenta de que esto era una recaída, una vuelta a la emoción y la intensidad que en el fondo echaba en falta. Y, por desgracia, la realidad siempre está ahí, acechando, esperando a que haya un momento de mínima seguridad y entereza para embestir y tirar al suelo a quien sea.
"Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento." Já. Permíteme carcajearme, Eleanor Roosvelt. Já.

miércoles, 3 de marzo de 2010


Ellos hicieron que una hora y media del pasado sábado (más bien domingo) se hiciese extremadamente corta. La próxima más y mejor (me quedé con ganas de Si amaneciera, para que os voy a engañar...).
Así es que, que nos volvamos a ver pronto, señores =D