miércoles, 7 de agosto de 2013

Hay días en que no necesito más. Días en que el reloj no se paró a las diez y veinticinco sino en una sonrisa, días en que no sé discernir si la sonrisa es amable o malévola, días en que no sé qué me quiere decir.
Hay días en los que no reparo en la falta de amor ni en las sobras de afecto falso, días en que el pasado no es más que un saco de recuerdos que lanzar al vacío, días en que el sol aprieta pero no da para olvidar. Hay días que leo las líneas de tus manos en los surcos blancos del cielo, días en los que me acuerdo de ti cuando toco el suelo, días en que echo en falta el punto que no pusimos, días en que te canto todas las canciones que me quedan por escribir.
Pero luego hay días en que el reloj sí que se para a las diez y veinticinco y no hay sonrisas. Hay días que ni contigo ni sin ti.

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